La carrera, a pesar de lo larga y dura que fue (3h24' al final), se puede resumir en el párrafo anterior sin necesidad de mucho más detalle. Los primeros kilómetros son fáciles, fáciles. Tengo que ir incluso conteniéndome para no subir el ritmo y cumplir con los pasos establecidos. La media maratón la paso en 1h27'30", un pelo por debajo de lo pensado pero con buenísimas sensaciones, en ese momento voy feliz y rebosando confianza. Al poco (k22) Alejandra me pasa un gel y sonrío para hacerle ver que de momento todo en su sitio. Habiendo hecho ese paso tan bueno de media, decido guardarme un poco y controlar más los ritmos. Me digo a mi mismo que si completo la segunda media maratón en 1h32', habré cumplido el objetivo. En ese momento parece imposible que un bajón pueda aparecer, al menos no en el corto plazo.
Pero a partir del kilómetro 26 empiezo a pasarlo mal. Las piernas empiezan a ponerse demasiado duras y los primeros amagos de calambre aparecen. A pesar de todo, paso el k30 dentro del ritmo para poder bajar de las 3 horas. Pero a partir de ese punto llega el tan temido y famoso "muro". Las piernas ya no tienen más y voy absolutamente bloqueado de cintura para abajo. Al aspecto físico se une el desplome psicológico de ver como te adelanta gente a paladas y como el trabajo de meses se esfuma a 12k de meta. Estos últimos 12k se convierten en un suplicio, seguramente el periodo de sufrimiento más grande de todas las carreras que he hecho. Los kilómetros tardan cada vez más en aparecer (5' el mil, 6' el mil... hasta casi 7' el mil los últimos 5 kilómetros) y cada vez duele más todo y cuesta más seguir. Al final cruzo la línea de meta, con el sabor agridulce de no cumplir con el objetivo pero haber luchado y sufrido como nunca.
Tras esta dura prueba se abren dos interrogantes principales. En primer lugar: ¿Que falló? Un desplome puramente de piernas (no fue un K.O. de boxeo, el resto del cuerpo reaccionó bien) creo que está directamente asociado con falta de kilómetros en las tiradas largas. No fue el ritmo el que me condenó, sino que las piernas estaban preparadas para 30k y no 42k. Sabiendo esto ahora, tendría que haber apostado por tiradas algo más largas, al menos un par de ellas por encima de los 30k. Creo que ante un debut, tendría que haberme asegurado de que mi cuerpo, mis piernas, "se enteraran" de que quería correr 42k.
La segunda cuestión: ¿Volveré a correr para sacarme la espina? La respuesta ahora mismo es que no. Por un lado tengo claro por donde tendría que mejorar la preparación, haciendo énfasis en hacer un par de tiradas largas, pero largas de verdad. Pero por otro, la preparación ha sido muy dura, muchas horas y muchos días de dedicación que en el corto plazo no me apetece. Quizás si lo preparo con alguien... Pero ahora mismo, ya solo pienso en mis triatlones, volver a coger la bici, volver a la piscina, volver a lo mío. También tengo claro que si vuelvo a plantarme en una maratón y me sobrevienen estos dolores, paro en ese momento y a casa. Lo de ayer fue puro pundonor por terminar y no tirar meses de entrenamiento, pero jamás volvería a llevar a mi cuerpo a ese punto.
El penúltimo párrafo va para lo que supuso la carrera fuera de lo puramente físico. La Maratón de Barcelona es, sin duda, la mejor carrera a nivel organizativo en la que he estado nunca. Todo fue perfecto, la feria del día anterior espectacular, la organización del ropero, la salida, los voluntarios y las chicas de la Cruz Roja que se encargaron de "resucitar" mis piernas. Una experiencia brutal que no puede verse empañada por mi "petada". Cataluña vive un clima difícil estos días, por lo que me encanta poder decir que el deporte (al menos lo que yo he vivido el fin de semana) vive muy por encima de estas cuestiones. Gratamente sorprendido porque en los triatlones de 2014 y 2015 si que había tenido un par de malas experiencias con esto.
El último párrafo es para agradecer a Alejandra su compañía y reconocer a Óscar su carrera. Ella también se hizo su maratón particular yendo de arriba para abajo, para verme hasta en 8 puntos kilométricos diferentes. Y él, reventó como yo, en el mismo punto que yo, y luchó también para poder cruzar la línea de meta a pesar de las dificultades.