domingo, 19 de octubre de 2014

Triathlon Festival Ribadesella

Tras el batacazo de Estepona (17 de Agosto), no tenía pensado volver a competir hasta el olímpico de Barcelona (5 de Octubre), así que me tomé una merecida semana de descanso para volver al trabajo de una manera muy progresiva. La primera semana de vuelta al trabajo, sólo me dediqué a nadar. No cogí la bicicleta hasta dos semanas después del triatlón de Estepona, ya metido en Septiembre.

Una semana después (6 de Septiembre) se celebraba el Triatlón de Ribadesella, con tres distancias: Sprint, Olímpica y Media. Aprovechando que Ribadesella está a 15' de la puerta de mi casa en Asturias y movido por las ganas de saber hasta que punto el descanso me había afectado, me apunté a este triatlón que no estaba en mi planning original. Mi idea era haber ido a Zumaia, triatlón en el que disfruté muchísimo el año pasado, pero con la incertidumbre sobre mi estado de forma me decanté por Ribadesella, no me apetecía cagarla en Zumaia.

La respuesta a la pregunta ¿Estaba recuperado de Estepona? se quedó sin responder del todo. Cuando llegue a narrar el sector de la bicicleta se entenderá. La natación fue la mejor de la temporada, salgo el 9º clasificado del agua con unas sensaciones inmensas durante este sector. La imagen de la transición llena de bicicletas hace que las dudas pre-prueba se me pasen de golpe y en un pis-pas estoy dando pedaladas.



La bicicleta son cuatro vueltas a un circuito muy duro, con una subida corta pero intensa, una bajada sin apenas dificultad técnica y, sobretodo, un tramo de enlace entre ambas totalmente indigno de un triatlón. Este tramo de enlace es, literalmente, un camino de cabras. Es el camino que utilizan los ganaderos de la zona para moverse, así que es una senda de tierra asfaltada de manera lamentable, con agujeros, baches, gravilla... Insisto, indigno de un triatlón y no se entiende que se diera luz verde al organizador para meternos por ahí. Bastante malo sería tener que pasarlo una vez, pero ¡cuatro! Además al ser vueltas tan cortas, enseguida estás doblando gente que va a paso de burra (no es su culpa, que quede claro) y este tramo es tan estrecho que es imposible adelantar sin jugártela. En definitiva un puñetero desastre. La moda de organizar triatlones está muy bien, pero se debe controlar más como se hacen las cosas. En esto responsabilizo al organizador, pero especialmente a los Jueces de la Federación, que supongo que inspeccionarían el circuito....

El caso es que en mi tercera vuelta, y tras pasar por enésima vez por un agujero, un bache, haber tocado tierra o vaya usted a saber que, pincho la rueda de atrás y me quedo sin poder terminar. Me da bastante rabia porque podría haber luchado por algo bonito (el top-ten estaba garantizado). Ni que decir tiene que no volveré mientras el circuito no se cambie.

A efectos de valorar mi estado de forma si que me vino bien. Al salir tan bien del agua y ser una bici tan "especial" fui solo la mayor parte del tiempo, y las sensaciones fueron buenas. Al haber descansado casi dos semanas estaba falto de fuerza. Pero en esto es mejor noticia estar corto de forma que pasado. Me jodió irme sin correr, ya que desde Alcázar de San Juan no hacía una carrera a pie decente y habría que irse a Sevilla para una sobresaliente. 

De esta forma entré en la última fase de la temporada con la vista puesta en Barcelona, para lo que me quedaba un mes de últimos esfuerzos.   

sábado, 18 de octubre de 2014

Triatlón de Estepona

Y llegó el fin. En Valladolid había saltado el piloto de la gasolina y no le hice ni puto caso. Me planté en Estepona dos semanas después, pensando que los 10 días que había estado en Asturias dando caña me servirían para olvidar/recuperarme de la sensación de agotamiento en Valladolid. Pero después de este triatlón (en realidad durante él, que coño) aprendí que llega un punto en que el cuerpo necesita descanso, que la solución no es meterse puertos de montaña, cuestas, cambios de ritmo... muchas veces la clave es parar una semana y empezar progresivamente de nuevo. Eso es lo que hice después de Estepona, ya sabéis, la letra con sangre entra.

El dia anterior en Estepona, donde terminamos durmiendo en el coche, da para un libro también. No quiero utilizar como excusa este hecho, porque el desmoronamiento esteponero hubiese llegado de igual forma.

Del triatlón poco que decir, la natación la volví a hacer muy bien, muy cerca de mi compañero de equipo Jorge Sanz (al que di caza a la salida de la transición), pero en el momento en que pongo un pie en la playa... se acabó lo que se daba. En la bici intento engañarme a mi mismo en los primeros kilómetros, con una salida fuerte. Pero la realidad y, sobretodo, las piernas que queman como si estuviese subiendo el Angliru, me hacen girar la cabeza y dejarme cazar por Jorge, con el que hago el resto del sector ciclista... más por vergüenza torera que por fuerza y ganas.


Corriendo no cambian mucho las cosas, salvo los muebles porque es mi "especialidad" e incluso me fuerzo en penar un poco en el último kilómetro para ganar a un par de competidores.

El tópico sería ahora decir "triatlón para olvidar", pero para mi (visto como he terminado los dos triatlones de Octubre) es justo lo contrario. Este triatlón me sirvió para darme cuenta (a base de una buena hostia) que en una temporada tan larga, tan bueno es saber sufrir como saber descansar.

Después de una semana de vacaciones con buenos amigos, volví a retomar el entreno de manera gradual, pensando en el triatlón Garmin de Barcelona, aunque como contaré en la próxima entrada Ribadesella se coló entre medias.


miércoles, 1 de octubre de 2014

Triatlón de Valladolid

3 de Agosto. Conviene recordar la fecha, porque con el retraso que acumulo con esto de las crónicas puede parecer que he pasado el verano en blanco... cuando no he parado de hacer cosas.

El caso es que aparecía por Valladolid después de dos buenos triatlones en Julio (Alcázar y Deltebre) y una semana después de mi primera travesía a nado (quién me lo hubiera dicho hace 3 años): 3500 metros para bajar el Sella a nado. Con estos buenos antecedentes llegué a Valladolid, un triatlón maravillosamente organizado, en el que realmente uno puede concentrarse exclusivamente en competir.

La natación (750 metros) salía desde la Playa de Las Moreras y tras un ida y vuelta por el Pisuerga se pisaba tierra firme para pillar los ciclos. Tras el calentamiento de rigor, se da la salida (sin neopreno), en el único punto negro de la organización, que nos tiene más de 10 minutos mareándonos de arriba a abajo por la playa hasta que nos dejan meternos en el agua. Este segmento vuelve a ser una muy buena noticia, salgo del agua una vez más a pies de mi compañero Jorge San Martín "El Becario" tras pegarme a sus pies como si no hubiese dos sectores más.



Esto me permite, una vez más, chuparme todo el sector de ciclismo (20k) en un buen grupo ciclista que me permite ir relativamente tranquilo. Así que mi moral en ese momento está por las nubes. La bici es bastante "fácil", yendo en grupo la vida está resuelta. Vuelvo a tener un poco de mala suerte (como en Deltebre) en el último giro se me sale una zapatilla de la cala y se me escapa un poco el grupo. El calentón que me meto, no es para nada el ideal de cara a bajarse de la bici...


Me bajo a correr (5k) y aquí, amigos, es donde empieza mi cuesta abajo (que se acabó de concretar en forma de hundimiento en Estepona) debido sin duda a la acumulación de esfuerzos de esta gran (pero larga) temporada. La carrera a pie no va nada bien, a pesar de que se ajusta a mis condiciones como anillo al dedo, con bastantes giros y cambios de ritmo. Sufro para hacer al menos un parcial digno (por debajo de 4' el kilómetro) y llegar a meta con gas para un último sprint, pero contento por los segmentos de natación y ciclismo.

Dos semanas después estas malas sensaciones a pie se extendieron también a la bici en Estepona, pero eso ya es otra chapa distinta...