El pasado domingo 5 de Octubre participé en el triatlón más anticipado de la temporada, el Garmin Barcelona Triahlon en distancia olímpica. Anticipado porque llevaba inscrito desde Mayo y además tenía especiales ganas de hacerlo bien. Esta motivación me vino de lujo para el mes de entrenamientos en solitario que tuve que chuparme después de Ribadesella, que en otras circunstancias hubiese sido demoledor (sobretodo desde el punto de vista psicológico).
Llegué el 3 de Octubre acompañado por mi madre, aunque yo me alojé en casa de mi buen amigo y ahora socio de triatlón Christian (y su encantadora mujer Melisaria). El día 4 lo dedicamos a recoger dorsales, entrenar un poquito y sobretodo a encontrarnos a un chavalito que está empezando a sonar en esto del triatlón...
La tarde del 4 la dediqué a descansar ya que el domingo tenía que levantarme a las 6 de la mañana (ni para currar tú). Dicho y hecho, a las 6 suena el despertador, desayuno básico y rumbo a la salida en la Mar Bella (bastante cerca de la casa de mis anfitriones). Según salgo de casa se pone a llover y para cuando llego a la pista de atletismo donde están las transiciones, la tormenta perfecta está sobre Barcelona. La zona de boxes (el campo de fútbol rodeado por la pista) es un barrizal impracticable, totalmente inundado. Dejo mis cosas lo más rápido que puedo y me voy a refugiar al interior del pabellón. Las cosas pintan muy mal, la organización recomienda a la gente que no coloque sus cosas por el peligro de la componente eléctrica de la tormenta y retrasa mi salida (federados) y la élite (los 40 mejores triatletas, incluidos Gómez Noya y Mola) de las 8 a las 9. En ese momento parece que es retrasar lo inevitable, pues ni el más optimista podría pensar en que iba a celebrarse la prueba...
Pero los milagros en triatlón también existen. Yo me preparo para competir, sin pensar en posibles cancelaciones de la prueba, me pongo el neopreno, dejo las cosas en el ropero y me dirijo a la playa 20' antes para calentar algo en el agua. Cuando salgo del pabellón cualquier rastro de lluvia ha desparecido, el agua del mar está como un plato y.. ¡Hasta el Sol asoma tímidamente detrás de las últimas nubes! Tras calentar unos 10' en el agua y ser testigo de la salida de los mejores, se da la salida a una prueba que parecía muerta una hora antes.
Nado bastante bien, sin grandes complicaciones salvo en los primeros metros y en los giros de boya. Se nota que ha habido un porcentaje importante (¿30%?) de gente que al ver la lluvia a primera hora se ha ido a casa. En mi serie deberían ir 450 triatletas e iremos unos 300-350, con el correspondiente beneficio en poder nadar sin tanto agobio. Me lío un poco en el último giro de boya, que es un ángulo de casi 180º, lo cual me desorienta al principio. Llego a la playa en 25'17", en línea con lo hecho en San Sebastián y tras una larga transición (y peligrosa porque el suelo sigue mojado) llego a coger la bicicleta. El box sigue hecho un cristo, y salgo de allí que parece que vengo de hacer ciclocross.
Enseguida empiezo a rodar en un grupo grandecito, que cada vuelta se hará más y más grande (4 vueltas de 10 km), sobretodo por que pasada la primera vuelta empezamos a alcanzar a gente que ha salido en otras olas. Esta situación dificulta y hace mucho más peligroso el rodar por las calles de Barcelona. A pesar de que el suelo sigue mojado y en las curvas de 180º los railes del tranvía provocan la pérdida de adherencia, yo voy con mucha confianza al trazar. No sé porque, pero saco un día perfecto en lo que a trazar y arriesgar se refiere. No puedo decir lo mismo de mis compañeros de grupeta, que se me descuelgan en todas las curvas...
Cada vuelta se incorporan al circuito ciclistas más inexpertos, lo que provoca muchas aglomeraciones peligrosas (especialmente en las curvas mencionadas). No diré nada en contra del organizador, ya que sin la lluvia torrencial de primera hora, los élite y los federados hubiésemos salido una hora antes y no habríamos encontrado ni pizca de este "tráfico". A pesar de todo, la velocidad final es la leche, muy cerca de los 40 kph (ya que al final el circuito de 10 km se quedó 500 metros más corto por seguridad) en 59'46". Además, al principio de mi tercera vuelta nos dobla el grupo de los favoritos, por lo que pude rodar con los Gómez Noya, Mola y compañía durante 2-3 km.
Con muy buenas sensaciones, me bajo a correr los 10k, con un (¡Manda huevos!) sol de justicia pegando. Empiezo como en Donosti, siendo reservón al principio. Poco a poco adelanto competidores, no muchos ya que (¡Motivación total!) me doy cuenta de que estoy muy arriba (entre los 60 primeros incluyendo a los élite de un triatlón de 5000 personas). Cuando me quedan 5k, empiezo a correr un poco más rápido. Lo cierto es que es la mejor carrera a pie del año, en lo que a sensaciones se refiere (bueno, Sevilla también). Al final entro en meta disfrutando, siendo ya consciente sin mirar los tiempos que las cosas han salido de puta madre, que toda la motivación y dedicación empeñada en esta prueba han merecido la pena... Y esa sensación es la hostia. Termino con un parcial de 39'15" (mi mejor 10.000 en un olímpico), con una sonrisa de oreja a oreja... o eso creo yo, porque está foto lo que muestra es agotamiento extremo:
Gran fin de semana, coronado con un inmenso triatlón y con la mejor participación de la carrera deportiva de Christian en la distancia sprint, con una muy buena natación por su parte. La imagen de abajo resume en datos las inmensas sensaciones descritas, con un 39º puesto final (sin contar a los élite) que no hace más que mejorar el subidón barcelonés.
Y aunque sinceramente me hubiese gustado cerrar aquí la temporada, la tierrina tira mucho y me apunté al Triatlón de Gijón una semana después, para clausurar la temporada en el mismo lugar que la pasada.