lunes, 19 de octubre de 2015

Garmin Barcelona Triathlon 2015


El año pasado, allá por el 5 de Octubre de 2014, realicé en Barcelona el triatlón del que más orgulloso me siento desde que empecé a hacer esto en Talavera en Mayo de 2009. No fue en el que mejor nadé, ni la mejor bici, ni la carrera a pie más rápida – bueno, para uno de distancia olímpica si fue el más rápido – pero mis sensaciones al final de la carrera fueron de haber realizado “El Triatlón” con mayúsculas.

Con estos antecedentes, en el momento en que las inscripciones estuvieron disponibles no tardé ni medio segundo en decidirme. Los acontecimientos después de esa inscripción, como ya he llorado en entradas anteriores, hicieron que mi estado de forma el día de la carrera distara una barbaridad del de aquella mañana de Octubre de 2014. 

Se me olvidaba comentar que los organizadores de la prueba, cansados de la aleatoriedad climatológica de Octubre – dos años seguidos con aguacero – decidieron mover la prueba a finales de Junio. Este cambio, particularmente en este año de poco entrenamiento, me vino perfecto ya que dudo mucho que hubiese podido llegar a Octubre.

El caso es que el Domingo 21 de Junio a eso de las 8 de la mañana me disponía a meterme en las aguas mediterráneas de la playa de la Mar Bella, tras un gran fin de semana con mi – cada vez más catalán – buen amigo Christian. La estrategia para toda la prueba era clara, llegaba con 2-3 entrenamientos en agua en el último mes, alguna salida en bici y, esto sí, un par de rodajes por semana en París, así que objetivo: cruzar la línea de meta.

Empiezo a nadar muy atrás en el grupo de 500 triatletas en el que me tocaba salir. Lo que menos quiero son golpes con otros triatletas que me hagan gastar más de lo necesario. Paso sin problemas ni cansancio excesivo hasta la última boya, donde los brazos empiezan a notar el déficit de metros entrenados. Los metros finales hasta la orilla se hacen un poco más pesados, pero nada del otro mundo. Llego a la primera transición para coger la bici con bastante mejor cuerpo del esperado, pero también sabía que la natación iba a ser lo “más fácil”, lo importante empezaba entonces. La gran sorpresa en este sector vino al consultar los tiempos: 26’38”, apenas 1’20” más que el año anterior.

Me subo a la bici sabiendo que si me paso de rosca lo voy a pagar con creces en la carrera a pie. Al poco de salir engancho un grupo que, aunque irá engordando considerablemente, ya no perderá hasta bajarme de la bici. La primera vuelta mis sensaciones no son las mejores y mi dilema es si mantenerme en el grupo para tener protección o dejarme caer en busca de un ritmo más cómodo. Por suerte, a partir de la segunda vuelta empiezo  a encontrarme de maravilla y – ¡Quién lo diría al principio – me lo paso genial callejeando por las calles del circuito. Sin duda, una bici que no podía ni soñar antes de empezar la carrera. Para la tercera vuelta nos doblan los “gallos” con Mario Mola a la cabeza. El tiempo final de este sector es de no creérselo, a pesar de que no llegaran a ser 40k: 57’47”. Los mejores “mortales” de la prueba, esto es, si quitamos a la élite del triatlón presente en Barcelona, rodaron en torno a los 55’. Lo dicho, de no creérselo. En ese momento, evidentemente, no soy consciente de un hecho sorprendente: me he bajado a correr en menos tiempo que el año anterior, esto es, la suma de los tiempos de natación, carrera a pie y transiciones es mejor que la del año anterior... Es cierto que en 2014 la bici fue más peligrosa con el asfalto mojado y por la cantidad de gente en el circuito debido al retraso en las salidas, pero ¡Que me plantaba casi sin entrenar!


Para ser exactos, la suma de los dos primeros sectores y las dos primeras transiciones en 2014 fue de 1h28’42” y en 2015 1h28’20”, esto quiere decir que cuando empiezo a correr tengo 22” de ventaja sobre mi yo de 2014.

Empiezo la carrera a pie muy relajado. Este es el sector de las pájaras, dónde todos los esfuerzos del triatlón se juntan y 10 kilómetros penando son muchos kilómetros. Al poco de empezar, me topo con mis dos “hooligans” particulares, que me dan alas en un tramo del circuito dónde el depósito de gasolina se está vaciando. Aún así, mantengo ritmos cercanos a 4’ el kilómetro – en algún momento incluso por debajo – lo que dispara mis ilusiones. En ese momento no tengo ni idea de lo bien que lo estoy haciendo en cuanto a tiempos, en la víspera me conformaba con bajar de 2h30’ y alrededor del kilómetro 4 la previsión es de 2h10’ aproximadamente – esto ya es un pisto que me tiro yo a toro pasado. Justo antes de llegar al punto de giro en el Arco del Triunfo me encuentro el primer – lógico ya a estas alturas – revés del día en forma de flato. En otras circunstancias hubiese bajado el ritmo hasta conseguir acompasar la respiración, pero en este caso soy sensato y me paro a tomar algo en el avituallamiento y no arranco a correr hasta que recupero bien la respiración. A partir de ese momento corro más lento, para evitar que vuelva a reproducirse el flato. Poco a poco voy recuperando algo más de ritmo – no como al principio, pero si más que tras el flato – y empiezo a ver el final cerca. Alrededor del kilómetro 7 noto que el bíceps femoral de mi pierna derecha me saluda, diciéndome claramente que no me cebe si no quiero ver las estrellas. Así que nuevo descenso en mi ritmo, a pesar de lo cual alcanzo en el último kilómetro a un triatleta que se me pega en esos metros definitivos. Aquí es cuando cometo el único error de la prueba, ya que a falta de 50 metros y ya en la alfombra azul con la meta al alcance de la mano, le tiro un sprint a mi acompañante. Creo que ni un segundo después de creerme invencible el bíceps femoral derecho salta y me deja apoyado en la valla que delimita el pasillo de meta haciendo estiramientos. Tras casi un minuto estirando consigo entrar caminando en 2h12’44”, menos de 5’ por encima del registro marcado en 2014 llevándome la ovación del público pues entré cojeando...  las dos veces que más me han aplaudido fue en Ribadesella al tener que retirarme por un pinchazo y aquí... cosas veredes, amigo Sancho.


Llego destrozado, pero feliz, porque ahora si veo el cronometro en meta y no me lo puedo creer. El triatlón no ha sido nada incómodo hasta la segunda mitad de la carrera a pie y he tenido muy buenas sensaciones en la bici. Barcelona, 8 meses después me vuelve a dejar una sonrisa en la boca, en esta ocasión por demostrarme a mí mismo que mi nivel suelo – ese que se tiene sin apenas entrenar – es más que respetable si se sabe competir con cabeza.

Tras este triatlón los pasos me llevaban a Valladolid, dónde el 5 de Julio volvía al triatlón en formato de contrarreloj por equipos, pero eso ya es otra historia...

Campeonato de España de Triatlón Contrarreloj por Equipos

Mi primer triatlón de la temporada, a diferencia de las 3 anteriores donde Fuente Álamo siempre ocupaba ese lugar privilegiado, fue en este caso el Campeonato Contrarreloj de Marina d'Or.

Me perdí Fuente Álamo por el mismo motivo por el que mi temporada - mi vida en realidad - se vió totalmente trastocada: los viajes a Francia derivados de mi trabajo. En los tres meses que van de Mayo a Julio apenas pude hacer nada cercano a un entrenamiento, y por ello mi habitual festival de triatlones estivales, esta temporada se ha visto reducido a visitas homenaje. Como los datos valen más que todo lo que pueda a escribir, dejo a continuación la evolución de triatlones realizados desde el año 2012:

2012: 11 triatlones
2013: 12 triatlones
2014: 13 triatlones
2015: ¿14 triatlones? Pues va a ser que no. Si finalmente hago el Triatlón de Alba de Tormes (30 de Agosto) habré hecho 4 triatlones...

El caso es que en este triatlón por equipos donde manda el espíritu de compañerismo y el pasarlo bien, me encontré muy bien. Es cierto que son triatlones que me permiten ir cómodo, pero si no se está en forma - como ya comentaré en el Triatlón Contrarreloj de Valladolid - se pueden llegar a pasar malos ratos. No fue el caso de Marina d'Or donde fui muy bien en el agua y en la bici y en la carrera tuve muchísima fuerza para poder ayudar a Pascu a pasar el trance.

El rendimiento del equipo (veáse la foto con nuestra nueva incorporación: Jose Moral) fue la mejor desde que competimos juntos.


El trabajo en el agua fue perfecto, consiguiendo bajar de 14´, lo cual es un éxito increible para nosotros. En la bici nos relevamos muy bien, y a pesar de lo complicado que resultó la convivencia con otros equipos (3 vueltas de 7k dan para encontrarte con muuuuuchos equipos) pudimos rodar bastante rápido y conseguir que Antonio se recuperara del esfuerzo del agua y que Pascu no llegara muy castigado a correr.


Por último la carrera a pie fue lo más flojo, pero es un sector en el que las fuerzas ya iban muy justas y a pesar de ello conseguimos correr a un ritmo mejor de lo esperado.


El fin de semana largo - pues coincidió con el puente de San Isidro - fue perfecto, rodeado de buenos amigos y con mi fotógrafa particular dando guerra de nuevo.

Después de este triatlón, estaba apuntado al Garmin de Barcelona que tanto me gustó en 2014. Pero eso ya es otra historia...