lunes, 6 de mayo de 2019

Triatlón Popular de Madrid 2019

Mi vuelta al triatlón tras casi dos años de ausencia se produjo ayer 5 de Mayo en Madrid, en una bonita prueba que escapaba del formato clásico dentro de la Casa de Campo para incorporar la zona del Palacio Real y la Catedral de la Almudena.

Creía que volver sería más sencillo, que sería simplemente retomar las cosas donde las dejé hace dos años justamente en una prueba en la Casa de Campo, pero la realidad fue diferente. El resumen que puedo hacer de la prueba es que se me ha olvidado competir en triatlón.

En primer lugar la natación. Nunca he sido un gran nadador, pero el paso del tiempo me hizo dejar de ser uno malo. Los entrenamientos que he podido hacer desde Barcelona hasta aquí me han dejado buenas sensaciones, sobretodo porque aunque llevaba casi un año sin nadar, desde el principio pude hacer muchos metros sin que el cuerpo lo pagase al día siguiente. Era plenamente consciente de que mi rendimiento no iba a ser el de antaño, pero la realidad fue aún peor. Para mi es fundamental poder calentar en el agua antes de las pruebas, ya que si salgo frío (como me paso en el Lago de la Casa de Campo) no soy capaz de dar el 100%, no nado cómodo. Así paso una natación que se me hizo muy larga en determinados tramos, sobretodo por la incapacidad de encontrar sensaciones, que es de lo que va este deporte.

Del agua salgo bastante atufado, me cuesta quitarme la parte de arriba del neopreno un horror y el sector de enlace hasta la transición se me hace largo. Cojo la bici para hacer el "clásico" circuito de la Casa de Campo con la subida al Cerro Garabitas. Esto lo tenemos que hacer dos veces antes de poner rumbo al Palacio Real vía Cuesta de la Vega. La primera vuelta en bici sigo atufado, es como que las piernas no consiguen entrar en calor en ningún momento. Encima la prueba va bastante dispersa y me toca ir solo gran parte de la vuelta, lo que es especialmente incómodo en los tramos llanos donde no puedo rodar todo lo rápido que se merece el perfil. La segunda vuelta empieza con una salida de cadena en plena subida que me hace perder en torno a un minuto, pero una vez en su sitio las sensaciones son mucho mejores que en la primera. El tramo desde la Casa de Campo hasta el Palacio Real lo disfruto mucho, pero visto en retrospectiva fui muy muy conservador, e tuve excesivo respeto a la Cuesta de la Vega, lo que demuestra que he perdido callo. Dejo la bici en la explanada entre el Palacio y La Almudena y a correr.


La carrera a pie empiezo un poco inseguro por las típicas molestias musculares asociadas al cambio de disciplina. Pero pasados esos primeros metros de toma de contacto, aquí si que soy conservador al cuadrado, demasiado. Quizás la influencia del petardazo en Barcelona me haya hecho recular, no lo sé. El caso es que tras un circuito de ida y vuelta hasta el Parque del Oeste por Pintor Rosales, llego demasiado sobrado de energía y de gas a la línea de meta. Cruzar la línea de meta es agridulce porque entre pitos y flautas soy consciente de haberme dejado un saco de minutos por el camino, y que simplemente con una actitud más arriesgada unos cuantos habrían caído de mi lado.


No puedo decir que esté decepcionado, porque he vuelto a hacer triatlón y eso es la mejor noticia del día. Volver a recuperar las ganas y verme de nuevo colocándome el neopreno, haciendo las transiciones, cruzando la línea de meta... sin duda me quedo con eso. ¿Cosas a mejorar? Por supuesto, todas las que he descrito encabezadas por cambiar el chip y ser más competitivo y seguir creciendo en al agua y en la bici hasta esas cotas que sé que puedo alcanzar. Pero tengo que darme una tregua a mi mismo, la exigencia es buena pero volver a verme en una clasificación de triatlón, mejor por mucho.

Mi idea según termino de escribir estas líneas es pasarme a ver de que va el Triatlón de Gijón, que es el 25 de Mayo, para dar un pasito más y seguir ilusionándome.