jueves, 11 de julio de 2019

VI Triatlón por Equipos Playa de las Moreras

Escribo esto justo a continuación de haber publicado la entrada anterior, el desastre que supuso el triatlón de Gijón. Lo hago en un estado de tranquilidad gracias a volverme a juntar con mi gente del Drink Team después de 3 años sin competir juntos, precisamente en este mismo escenario.

Llegaba con bastante miedo, dado que mi última prueba fue como fue y a pesar de que los primeros días de junio me dí bastante caña, la segunda quincena estuve de vacaciones sin moverme. Ninguno de los 4 que formábamos en esta ocasión estábamos para echar cohetes, pero el recuerdo de esa bici de Gijón era demasiado pesado.

Dado que ya no estamos federados, nuestra salida era de las primeras, los séptimos para más señas. Esto nos hace estar pronto en el box y evitar colas y agobios. Así podemos disfrutar de ese momento en que vemos el cartel del Drink Team en nuestro trozo de barra.


Nos acercamos a la zona de salida en la Playa de las Moreras unos 10' antes de nuestra salida. Yo me meto a calentar bien en el agua como suelo hacer para evitar calentones más adelante. La prueba se retrasa unos 10' más y encima cuando nos tienen que llamar, el speaker pasa de nosotros y no nos nombra. Menos mal que estamos al quite y aunque sin apenas tiempo para pensar nos lanzamos al inicio de este aventura remember

La idea inicial en el agua era que Fran y yo marcásemos el ritmo delante y Jorge y Javi fuesen detrás. A nivel personal salgo muy muy bien, me encuentro cómodo nadando y voy a buen ritmo. En un momento dado, me da por echar un ojo hacia atrás... Javi ha vuelto a tener otro de sus episodios de entrar mal en el agua y el y Jorge están unos 20-30 metros por detrás. Por suerte, enseguida se tranquiliza y vuelve a coger ritmo. A partir de ahí, me quedo solo en cabeza y Fran se baja a controlar también a Javi. Nuestra natación a partir de ese momento es muy buena, vamos muy directos a las boyas y completamos el segmento en unos notables 13'48" teniendo en cuenta que el "incidente" nos habrá costado alrededor de un minuto.


Transición y a la bici. Este es el segmento clave para mi. Empezamos los 4 dando relevos medios, pero Jorge empieza a pasarlo mal y le dejamos fuera de esa función. Entre Javi, Fran y yo hacemos buenas series en cabeza, manteniendo un ritmo constante que permita a Jorge ir más cómodo. En la última vuelta Fran se deja caer también, ya que arrastraba molestias en el gemelo. Al final el sector sale en poco más de 34', lo que es para estar más que satisfechos.


Ya solo nos queda correr y todo mi nerviosismo inicial ya se ha disipado en la bici. Este sector es de disfrute total... salvo para Jorge, que a pesar del sufrimiento se viene arriba y lucha como un jabato para completar un último kilómetro bestial, cerrando este último sector en 23'30".



En mi caso prueba de disfrute total, lo que necesitaba después del batacazo en Gijón y para quitarme todos los fantasmas de la línea de salida. Lo mejor sin duda el grado de entendimiento que tenemos los drinkers, que aunque lleváramos 3 años sin competir juntos supimos hacer en carrera lo que era necesario en cada momento. Espero que esta prueba se establezca como un clásico para que sirva de reencuentro entre buenos amigos y el deporte que nos unió.


Triatlón de Gijón 2019

He retrasado esta entrada más de la cuenta porque tuve un bajón anímico bastante importante tras esta prueba. En la entrada de Madrid, explicaba que "se me había olvidado" hacer triatlón, dado que lo que más había notado entonces era una falta absoluta de tensión competitiva. Esperaba que en Gijón, casi un mes después las cosas fueran mejor, y lamentablemente no fue así.

Aquí ya no es que me faltara tensión competitiva, es que (especialmente en el sector de bicicleta) volví al estado de forma de hace diez años cuando me tiré por primera vez al Tajo. Analizado con la calma que da el paso del tiempo, los 20 días que pasaron desde Madrid mi dedicación fue bastante menor que en los dos meses de reciclaje triatleta entre la Maratón de Barcelona y el tri de Madrid.

Nadar, no se puede decir que nade mal. Desgraciadamente la prueba, a pesar de los 33€ de inscripción, no contaba con cronometraje mediante chip, por lo que solo conozco el tiempo total y no puedo medir este segmento que es el que mejores sensaciones me dejó. Al menos para llevarme algo positivo. Si puedo escribir que al coger la bici, quedan bastantes todavía esperando colgadas a sus dueños. Esto me hace ser muy optimista en ese momento...

Pero la bicicleta es un desastre. No recuerdo un segundo sector tan malo desde que empecé a competir con mi bicicleta de usar y tirar del Decathlon. Las piernas pican, es como si estuvieran frías y no hay forma humana de calentarlas. Veo como me adelantan grupos y grupos de triatletas, sin ser capaz de aguantar el ritmo, con lo fácil que es ir a rueda en este tipo de perfiles (casi) íntegramente llanos. Por sacar algo positivo en la última vuelta soy capaz de aguantar el ritmo de un grupillo, pero cuando ya me han adelantado no menos de 50-60 triatletas.


Me bajo a correr totalmente desmotivado, sin ganas de sufrir... ¿Para qué? Debo ir como en el puesto 100 o más, así que me limito a terminar. Solo reacciono algo cuando me quedan un par de kilómetros, motivado por ver en la lejanía un grupo de corredores a los que consigo dar caza. De esta manera pongo punto y final al peor triatlón en mucho, mucho, pero mucho tiempo.


El 7 de Julio disputo de nuevo junto a mis hermanos del Drink Team el Triatlón por Equipos de Valladolid. Espero sinceramente estar a la altura, otro mal triatlón me dejaría muy tocado.

Fin del Sermón.

lunes, 6 de mayo de 2019

Triatlón Popular de Madrid 2019

Mi vuelta al triatlón tras casi dos años de ausencia se produjo ayer 5 de Mayo en Madrid, en una bonita prueba que escapaba del formato clásico dentro de la Casa de Campo para incorporar la zona del Palacio Real y la Catedral de la Almudena.

Creía que volver sería más sencillo, que sería simplemente retomar las cosas donde las dejé hace dos años justamente en una prueba en la Casa de Campo, pero la realidad fue diferente. El resumen que puedo hacer de la prueba es que se me ha olvidado competir en triatlón.

En primer lugar la natación. Nunca he sido un gran nadador, pero el paso del tiempo me hizo dejar de ser uno malo. Los entrenamientos que he podido hacer desde Barcelona hasta aquí me han dejado buenas sensaciones, sobretodo porque aunque llevaba casi un año sin nadar, desde el principio pude hacer muchos metros sin que el cuerpo lo pagase al día siguiente. Era plenamente consciente de que mi rendimiento no iba a ser el de antaño, pero la realidad fue aún peor. Para mi es fundamental poder calentar en el agua antes de las pruebas, ya que si salgo frío (como me paso en el Lago de la Casa de Campo) no soy capaz de dar el 100%, no nado cómodo. Así paso una natación que se me hizo muy larga en determinados tramos, sobretodo por la incapacidad de encontrar sensaciones, que es de lo que va este deporte.

Del agua salgo bastante atufado, me cuesta quitarme la parte de arriba del neopreno un horror y el sector de enlace hasta la transición se me hace largo. Cojo la bici para hacer el "clásico" circuito de la Casa de Campo con la subida al Cerro Garabitas. Esto lo tenemos que hacer dos veces antes de poner rumbo al Palacio Real vía Cuesta de la Vega. La primera vuelta en bici sigo atufado, es como que las piernas no consiguen entrar en calor en ningún momento. Encima la prueba va bastante dispersa y me toca ir solo gran parte de la vuelta, lo que es especialmente incómodo en los tramos llanos donde no puedo rodar todo lo rápido que se merece el perfil. La segunda vuelta empieza con una salida de cadena en plena subida que me hace perder en torno a un minuto, pero una vez en su sitio las sensaciones son mucho mejores que en la primera. El tramo desde la Casa de Campo hasta el Palacio Real lo disfruto mucho, pero visto en retrospectiva fui muy muy conservador, e tuve excesivo respeto a la Cuesta de la Vega, lo que demuestra que he perdido callo. Dejo la bici en la explanada entre el Palacio y La Almudena y a correr.


La carrera a pie empiezo un poco inseguro por las típicas molestias musculares asociadas al cambio de disciplina. Pero pasados esos primeros metros de toma de contacto, aquí si que soy conservador al cuadrado, demasiado. Quizás la influencia del petardazo en Barcelona me haya hecho recular, no lo sé. El caso es que tras un circuito de ida y vuelta hasta el Parque del Oeste por Pintor Rosales, llego demasiado sobrado de energía y de gas a la línea de meta. Cruzar la línea de meta es agridulce porque entre pitos y flautas soy consciente de haberme dejado un saco de minutos por el camino, y que simplemente con una actitud más arriesgada unos cuantos habrían caído de mi lado.


No puedo decir que esté decepcionado, porque he vuelto a hacer triatlón y eso es la mejor noticia del día. Volver a recuperar las ganas y verme de nuevo colocándome el neopreno, haciendo las transiciones, cruzando la línea de meta... sin duda me quedo con eso. ¿Cosas a mejorar? Por supuesto, todas las que he descrito encabezadas por cambiar el chip y ser más competitivo y seguir creciendo en al agua y en la bici hasta esas cotas que sé que puedo alcanzar. Pero tengo que darme una tregua a mi mismo, la exigencia es buena pero volver a verme en una clasificación de triatlón, mejor por mucho.

Mi idea según termino de escribir estas líneas es pasarme a ver de que va el Triatlón de Gijón, que es el 25 de Mayo, para dar un pasito más y seguir ilusionándome.



lunes, 11 de marzo de 2019

Marató de Barcelona

Y llegó el gran día. Y llegó la cruda realidad del debut en una distancia tan larga. Parece increíble que la misma carrera en la que completé 25 kilómetros al ritmo buscado (sub 3h) prácticamente sin enterarme y disfrutando, se tornara en el peor de los sufrimientos apenas cinco kilómetros después, para convertirme en esto al llegar a meta...



La carrera, a pesar de lo larga y dura que fue (3h24' al final), se puede resumir en el párrafo anterior sin necesidad de mucho más detalle. Los primeros kilómetros son fáciles, fáciles. Tengo que ir incluso conteniéndome para no subir el ritmo y cumplir con los pasos establecidos. La media maratón la paso en 1h27'30", un pelo por debajo de lo pensado pero con buenísimas sensaciones, en ese momento voy feliz y rebosando confianza. Al poco (k22) Alejandra me pasa un gel y sonrío para hacerle ver que de momento todo en su sitio. Habiendo hecho ese paso tan bueno de media, decido guardarme un poco y controlar más los ritmos. Me digo a mi mismo que si completo la segunda media maratón en 1h32', habré cumplido el objetivo. En ese momento parece imposible que un bajón pueda aparecer, al menos no en el corto plazo.


Pero a partir del kilómetro 26 empiezo a pasarlo mal. Las piernas empiezan a ponerse demasiado duras y los primeros amagos de calambre aparecen. A pesar de todo, paso el k30 dentro del ritmo para poder bajar de las 3 horas. Pero a partir de ese punto llega el tan temido y famoso "muro". Las piernas ya no tienen más y voy absolutamente bloqueado de cintura para abajo. Al aspecto físico se une el desplome psicológico de ver como te adelanta gente a paladas y como el trabajo de meses se esfuma a 12k de meta. Estos últimos 12k se convierten en un suplicio, seguramente el periodo de sufrimiento más grande de todas las carreras que he hecho. Los kilómetros tardan cada vez más en aparecer (5' el mil, 6' el mil... hasta casi 7' el mil los últimos 5 kilómetros) y cada vez duele más todo y cuesta más seguir. Al final cruzo la línea de meta, con el sabor agridulce de no cumplir con el objetivo pero haber luchado y sufrido como nunca.

Tras esta dura prueba se abren dos interrogantes principales. En primer lugar: ¿Que falló? Un desplome puramente de piernas (no fue un K.O. de boxeo, el resto del cuerpo reaccionó bien) creo que está directamente asociado con falta de kilómetros en las tiradas largas. No fue el ritmo el que me condenó, sino que las piernas estaban preparadas para 30k y no 42k. Sabiendo esto ahora, tendría que haber apostado por tiradas algo más largas, al menos un par de ellas por encima de los 30k. Creo que ante un debut, tendría que haberme asegurado de que mi cuerpo, mis piernas, "se enteraran" de que quería correr 42k.

La segunda cuestión: ¿Volveré a correr para sacarme la espina? La respuesta ahora mismo es que no. Por un lado tengo claro por donde tendría que mejorar la preparación, haciendo énfasis en hacer un par de tiradas largas, pero largas de verdad. Pero por otro, la preparación ha sido muy dura, muchas horas y muchos días de dedicación que en el corto plazo no me apetece. Quizás si lo preparo con alguien... Pero ahora mismo, ya solo pienso en mis triatlones, volver a coger la bici, volver a la piscina, volver a lo mío. También tengo claro que si vuelvo a plantarme en una maratón y me sobrevienen estos dolores, paro en ese momento y a casa. Lo de ayer fue puro pundonor por terminar y no tirar meses de entrenamiento, pero jamás volvería a llevar a mi cuerpo a ese punto.

El penúltimo párrafo va para lo que supuso la carrera fuera de lo puramente físico. La Maratón de Barcelona es, sin duda, la mejor carrera a nivel organizativo en la que he estado nunca. Todo fue perfecto, la feria del día anterior espectacular, la organización del ropero, la salida, los voluntarios y las chicas de la Cruz Roja que se encargaron de "resucitar" mis piernas. Una experiencia brutal que no puede verse empañada por mi "petada". Cataluña vive un clima difícil estos días, por lo que me encanta poder decir que el deporte (al menos lo que yo he vivido el fin de semana) vive muy por encima de estas cuestiones. Gratamente sorprendido porque en los triatlones de 2014 y 2015 si que había tenido un par de malas experiencias con esto.

El último párrafo es para agradecer a Alejandra su compañía y reconocer a Óscar su carrera. Ella también se hizo su maratón particular yendo de arriba para abajo, para verme hasta en 8 puntos kilométricos diferentes. Y él, reventó como yo, en el mismo punto que yo, y luchó también para poder cruzar la línea de meta a pesar de las dificultades.


lunes, 4 de marzo de 2019

Previa Maratón de Barcelona

Casi tres años sin escribir, en realidad sin pasar por estos lares. No diré que en este tiempo no haya hecho nada de deporte digno de mención, pero si que me faltaba la continuidad para llegar a un punto de ilusión para sentarme a escribir sobre ello.

El año 2017 estuvo marcado por mi marcha definitiva de mi club de triatlón, el CTOA, al que me unía ya más un lazo sentimental que realmente práctico. El abandono por parte de Antonio y de Fran, hizo que la principal razón por la que seguía pagando las cuotas desapareciese: las competiciones por equipos con el Drink Team. El verano de 2017 aún defendí los colores azules, destacando los triatlones de Gijón (Junio) y de Madrid (Julio). Buenos triatlones, pero en su momento no escribí de ellos y ya no pinta nada que lo haga.

Aunque llevaba un par de años ya sin pisar las instalaciones de Santo Domingo, haciendo el 90% de mis entrenamientos solo, dejar el CTOA me afectó más de lo que pensaba. Condicionó mi motivación para competir y convirtió el 2018 en mi primer año sin triatlones desde que debuté en 2009. Además, la búsqueda infructífera de casa durante meses, hizo que en ningún momento pudiera encontrar esa imprescindible continuidad.

En Agosto de 2018 me coloqué el único dorsal del año en la Carrera de la Lagunas de Villafranca de 9k. Ya había hecho esta carrera en 2013, en aquel entonces con la clavícula en cuarentena baje de 4' por kilómetro. En esta ocasión, a pesar de un par de meses rodando, mi ritmo fue de 4'10". Lo que fue una hostia de realidad tremenda, porque no conseguir bajar de 4' el kilómetro es algo que nunca me había pasado... Así que en ese mismo momento mi compadre Óscar y yo nos pusimos como objetivo la Maratón de Barcelona, que se celebra el 10 de Marzo de 2019. El objetivo inicial parecía tremendamente ambicioso para nuestro estado de forma y ante un debut en la distancia: bajar de 3 horas.

Después de unas merecidas vacaciones y un cambio de vida radical - pasar de Madrid a Naves, un pueblo de menos de 100 habitantes - empecé con la preparación el 1 de Octubre. Los dos primeros meses, los dediqué a conseguir rodar 10k en menos de 50' sin que se me saliera el corazón por la boca. Los primeros días me costó muchísimo a nivel psicológico salir a correr 5-6 kilómetros a 5' por kilómetro y llegar acelerado. Pensar que no hace tanto mi lucha era por bajar de 35' en 10k. Por suerte me quité de este condicionante muy pronto, me centré en escalar poco a poco. Para principios de Diciembre ya estaba corriendo bastante bien, en Navidad vinieron las tiradas por encima de los 20k a las que respondí bastante bien y el 20 de Enero rematé con un test de 10k totalmente solo en  39'30". Este test supuso un punto de inflexión en mi preparación, especialmente a nivel mental. Desde ese día cambié el chip y empecé a ver el objetivo de bajar de las 3 horas más cerca. Después de ese test vinieron las series y respondí de lujo, mejor incluso que lo establecido por el plan.

El 10 de Febrero tenía programado el test de Media Maratón, que es la gran referencia a un mes vista para saber si las cosas van bien. Elegimos la Media Maratón Fuencarral-El Pardo, que es conocida por ser una carrera tremendamente dura, y puedo dar fe que lo es, y mucho más de lo que pensaba (y ya pensaba mucho). Mi tiempo para poder pensar en bajar de las 3 horas debería haber sido de 1h24', pero teniendo en cuenta la dureza del recorrido, el tiempo final de 1h26'30" me deja satisfecho. Es verdad que no me sirve para ir "tranquilo" a Barcelona, pero si para apostar claramente por ser ambicioso y salir en búsqueda de ese sub3h.

Y así me planto a 5 días vista de la carrera. Pase lo que pase, puedo decir que preparar la Maratón de Barcelona ha sido fundamental para recuperar las ganas por competir. Para muestra, el hecho de volver a escribir en este blog y mi inscripción para el Triatlón Popular de Madrid el 5 de Mayo. Espero poder escribir mi crónica soñada de Barcelona, pero si no, escribiré sin duda mi crónica de recuperación de la motivación.



miércoles, 4 de mayo de 2016

Triatlón de Alba de Tormes



Como había contado en mi anterior entrada, mi situación profesional cambió para muchísimo mejor a partir de finales del mes de Julio. Esto me hizo cambiar radicalmente mi plan de temporada de no hacer ningún triatlón en verano. El recuerdo del buen triatlón hecho en Barcelona a pesar del bajón en horas de dedicación me impulsó a apuntarme a un nuevo triatlón a finales del mes de Agosto, con la perspectiva de tener un mes para prepararlo y volver a sentirme triatleta.

El elegido fue el Triatlón de Alba de Tormes, localidad cercana al pueblo de Alejandra  y cuya inscripción me costó tan solo 10€, algo a reseñar en este mundo de precios inflados. Durante el mes de Agosto me dediqué a volver a entrenar, recuperando sobre todo la ilusión que había perdido por este deporte. No me maté a entrenar, ni me dediqué a pensar en tiempos ni ritmos, simplemente quería volver a hacer un triatlón con la sensación de estar compitiendo.

Así que allí nos plantamos el 29 de Agosto, en plena ola de calor y… se pone a llover mientras recogemos los dorsales, menos mal que el circuito de bici no tenía complicaciones. A diferencia de mis triatlones en 2014 donde me estudiaba al dedillo recorridos antes de salir, aquí no me quedo ni con dónde he dejado la bici. Caliento un poco en el agua del bastante caliente – pero a pesar de ello con neopreno hasta arriba – Río Tormes.

Con bastante retraso se da la salida, en medio de bastante confusión lo que hace que mucha gente salga – entre ellos yo – con una desventaja de 50 metros. Este no será el último indicador del caos organizativo que fue la prueba, aunque alguno dirá que por 10€, que más se puede pedir… En el agua no me siento cómodo desde el principio, bajo el ritmo a partir del giro de la boya (la mitad del recorrido de 750 metros) pensando que quizás he salido demasiado “revolucionado”. Salgo en unos 13’ pelaos del agua, lo cual no está nada mal, aunque mis sensaciones están lejos de ser buenas.


Cojo la bici después de una mala transición y el circuito se me atraganta desde el km.0. Mucho callejeo al principio y luego un sube-baja del que mis piernas no quieren saber nada. Lo paso sin más, pero ya mi cabeza está mal, demasiada diferencia entre mi vuelta al ruedo imaginada y la real.


Pero lo peor está aún por llegar, la carrera a pie es una encerrona, una carrera de montaña con unas cuestas demoniacas que me acaban de rematar. Ahora sí que la carrera se convierte en pura supervivencia y el único objetivo cruzar la meta. El calor se intensifica, lo cual para mí es como si en lugar de correr 5k tuviera que correr 10. Al final llego entre la confusión por la cuestionable colocación de la línea de meta, pero mis ganas de agua y sombra superan a las de protestar o quejarme.


Acabo en la fuente del pueblo con otros competidores dándome un baño, que sirve como analogía del baño de realidad que me acababa de dar en la carrera… Moraleja, mi nivel de 2014 está ahí, pero entrenando un mes no se puede pretender alcanzarlo.
Con esta prueba terminé la temporada 2014-15, que suponía un bajón más que evidente si la comparamos con la temporada 2013-14, pero tuve momentos (principalmente en Marina d’Or y Barcelona) que me permiten soñar con recuperar ese nivel si vuelvo a entrenar. 

¡Allá voy 2016!

miércoles, 27 de enero de 2016

Triatlón por Equipos Valladolid



Tras el gran sabor de boca que me había dejado Barcelona, con un resultado y unas sensaciones infinitamente mejores a los esperados, me volví a aventurar en otro triatlón por equipos. Por primera vez repetía en este formato dentro de la misma temporada y además repetíamos equipo con respecto a Marina d’Or: Garrido, Moral, Sanz, Pascual, Núñez y Tarno de nuevo ante un triatlón en distancia Sprint.

 

El triatlón se celebraba dos semanas después de Barcelona, así que por desgracia fueron dos semanas más sin entrenar debido al ajetreo profesional, a lo que había que sumar que tras Barcelona estuve una semana bastante jodido. A pesar de ello nada me hacía pensar que, por primera vez en un triatlón por equipos, no solo no iba a poder ayudar a mis compañeros tanto en la bici como en la carrera a pie, si no que iba a tener verdaderos problemas para soportar el ritmo impuesto corriendo.

El triatlón empezó ya mal en el agua, donde tengo muy muy muy, pero muy malas sensaciones. Paso el trago porque el ritmo no es exigente, pero la natación suele ser un sector que marca mucho mi desempeño en la prueba... cuando salgo así del agua, nunca suelo hacer las cosas bien después. Además, a diferencia de Marina d’Or donde hicimos un sector perfecto – dentro de nuestras capacidades – aquí las cosas salen bastante peor, no nos coordinamos tan bien y a Núñez le lanzan constantemente contra Pascu o contra mí, que vamos abiertos en los laterales lo cual provoca constantes parones y acelerones.

 

Salimos a la bici, que siempre es nuestro mejor sector pues es en el que el nivel de los seis está más parejo. Aquí al principio parece que me encuentro mejor, pero es tan sólo un espejismo. En cuanto me toca dar un relevo fuerte las piernas protestan mucho y la sensación es muy mala, no voy nada cómodo así que decido que mis relevos sean más dispersos y en ningún caso con la fuerza que suelo hacerlos. En conjunto la bici tampoco salió bien. Jorge fue a su rollo, Pascu tampoco andaba muy fino y a Antonio le sigue costando horrores coger ritmo después de nadar. No estaba siendo nuestro mejor triatlón, y yo no lo estaba disfrutando.

La carrera a pie fue la corroboración de que no era mi día para nada. Desde el momento que pongo pie a tierra y cuando aún tengo la bicicleta en la mano me vienen los síntomas de debilidad que llevaré durante los 5k de carrera a pie. Intento reponerme y al principio no voy tan mal porque nuestro ritmo – incluso cuando Pascu se ha retirado – es bajo. Esta transitoria sensación de comodidad se esfuma cuando intento empujar a Jorgito un par de veces... ahí el esfuerzo es demasiado grande. A partir de ese momento dejo esa tarea a Fran que va bastante más sobrado que yo y me retiro a la parte trasera para pasar lo que queda con el menor sufrimiento posible. No llegué a sufrir en ningún momento, pero tampoco tenía energía extra, digamos que iba exactamente al ritmo que habría escogido si hubiese tenido que correr solo.

Al final la carrera no sale tan mal desde el punto de vista de los tiempos, aunque mi sensación subjetiva es que funcionamos bastante peor como bloque que en otras ocasiones. A nivel particular me encontré flojo, bien es cierto que si no hubiese querido asumir labores de equipo – tirar en la bici, empujar corriendo – lo hubiese pasado bastante más sobrado. Baste ver mi aspecto justo al término de la carrera para que todo lo que he escrito en esta crónica cobre vida.

 

Justo la semana anterior a este triatlón mi vida profesional dio un giro de – no diremos 180 -  135 grados con cambio laboral. Esta situación me permitió a partir del mes de Agosto volver a entrenar con cierta frecuencia, lo que me hizo ilusionarme y no tardé mucho en apuntarme a un triatlón en Alba de Tormes, pero eso ya es otra historia...