viernes, 9 de marzo de 2012

Duatlón del Pinar de San José

Este pasado domingo me fui para el Barrio de La Peseta para competir en mi segundo duatlón. El perfil era para hacer una mejor prueba que en la Casa de Campo, además habían pasado 15 días. Para este me acompañaba mi socio, más experimentado que yo en estas pruebas: Don Óscar Hidalgo Lledó.

Salimos puntuales a encarar los primeros 5 kilómetros en los que me encuentro bien, mejor que en Casa de Campo y el último kilómetro me dejo caer un poco (Óscar se me va aquí) para completar los 5 km en algo menos de 18 minutos. A partir de aquí el calvario.

Cojo la bici y escucho un "clonc" pero no noto nada raro así que tiro. Desde el principio parece que no voy sobre la bici. No es que parezca, es que no voy nada. Soy incapaz de mover el plato grande y tengo que tirar con desarrollos ridículos y sufriendo. No consigo coger ritmo ni bajando. Por fin, dejo la bicicleta con algún "clonc" más.

Creo que no voy a ir en lo físico, pero en cuanto vuelvo a correr, vuelvo a sentirme bien y termino salvando los muebles con un gran último parcial, poco por encima de los 9 minutos. Al final, como puede verse en la imagen, 1h12'05''.


Ahora, como en las películas de intriga, al final se cuenta la verdad. Todo lo que he contado hasta ahora sobre la bici es lo que yo viví y lo que yo sentía. Pero al ir a coger la bicicleta a boxes: ¡Sorpresa! La rueda de atrás de la bicicleta esta suelta. La cubierta se ha deformado de rozar lo que me ha provocado ir frenado toda la prueba. La cadena, a la basura. Nunca me había alegrado tanto de que la bici estuviese jodida. La explicación es peor económicamente, pero en lo anímico es la hostia.

Otro paso adelante, este psicológicamente es brutal, acabar (y nada mal, apenas a un par de minutos de Óscar por ejemplo) en estas condiciones, después de comerme la cabeza durante toda la prueba de ciclismo de lo mal que estaba, pues evidentemente es positivo. Aunque el resultado objetivamente, es malo.

Próxima parada: Raid de Aventura en Toledo con mis compadres Benet y Nuñez, esta vez sin conocer el terreno...

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