Gora Euskadi! Lo pongo bien claro desde la primera línea. Ha
sido el lugar donde mejor he competido este año, que está siendo para mí
complicado. Las lesiones han aparecido para romper la continuidad en los
entrenos y así es muy difícil pillar ese punto de forma que si alcancé el año
pasado. Primero una rotura de fibras a finales de Febrero que retrasó mi
preparación y mi primer buen triatlón hasta Junio (EcoTrimad) y después una muy
inoportuna caída en mi mejor momento de la temporada (principios de Agosto) con
luxación de clavícula on the rocks.
El 7 de Septiembre volvía, exactamente dos meses después de
mi último Tri en Alcázar de San Juan. En este caso la localidad elegida fue
Zumaia, a mitad de camino entre Bilbao y Donosti. Un sitio, resultado aparte,
perfecto para practicar triatlón.
Me plantaba allí con menos presión que nunca, consciente que
con apenas 2 entrenos de natación y 2 salidas en bici antes de la prueba no
podía pretender romper el crono. Llegaba, no obstante, con muy buenos entrenos
de carrera a pie, lo que me hacía ser optimista de cara a la última parte de la
prueba.
Como era de esperar, la temperatura del agua obligó al uso
de neopreno. Primera buena noticia de la prueba. Además, a pesar de que todo el
viaje desde Asturias hasta Zumaia (260 km) llueve, justo en Zumaia no lo hace.
El cielo está cubierto y hay unos 20ºC de temperatura ambiente, condiciones que
se mantienen toda la prueba. Segunda buena noticia. El circuito de bici es muy
rápido pero no tiene bajadas técnicas ni peligrosas, lo que dado mi estado
actual de cierta desconfianza encima de la bici se convierte en la tercera
buena noticia. Y todo esto antes de salir.
Me tomo la salida con mucha calma, salgo de los más
retrasados en el agua buscando evitar problemas y, sorprendentemente, consigo
nadar sub14’ en los 750m de prueba.
Cuando paso por debajo del reloj y observo este tiempo mi motivación se
multiplica por 10 en un momento. En un perfecto estado de forma poco hubiese
mejorado (lo cual, analizado fríamente no sé si es bueno o malo…).
Cojo la bici con ganas pero aún con ese punto de prudencia
que marca mi estado de forma, sabiendo que tengo que dejarme fuerzas para el
segmento de carrera, que es al único que llego con confianza. Es una de las bicis
más divertidas y rápidas de mi vida. Me sumerjo en un grupo de unos 12
triatletas, donde vamos dando relevos de forma continua permitiéndonos
completar este segmento a casi 40km/h de media. Y lo mejor es que me bajo con
unas sensaciones fenomenales a correr.
Salgo a correr justo por delante del primer clasificado… me
está doblando en un circuito de 2.5km, pero suena bien la frase... ¿O no? El
caso es que salgo con tanta fuerza que le cuesta muchísimo doblarme (apenas en
su cuarto kilómetro consigue abrir brecha). Mi primera vuelta es muy buena pero
es en la segunda donde recupero sensaciones que creía perdidas… adelanto unos 40 rivales antes de
cruzar la meta en 18’16’’ y un total de 1h06’.
Grandes noticias antes de la prueba y de la hostia después,
no puedo más que reafirmarme en mi frase inicial: Gora Euskadi!